¿Por qué te conviene usar fertilizantes orgánicos?
Sus sorprendentes ventajas
Si prefieres el bienestar de tu tierra a largo plazo, no dudarás en dejar a un lado los fertilizantes artificiales
La inmediatez es quizá la cualidad más apreciada de la era industrial, después de las ganancias financieras. Vamos pensando continuamente en ganar tiempo; queremos lo inmediato, eficiente, que nos implique el menor esfuerzo, para proseguir con la frenética misión que pareciéramos tener: producir.
En algún momento, luego de la Revolución Industrial, los países se abocaron en crecer sus economías a costa de lo que fuese, incluso del deterioro del propio hogar, la Tierra. La inmediatez, su premura y la insensata mentalidad de producir siempre más, llegaron a todos los tipos de vocaciones de trabajo; por supuesto, entre ellos, a la milenaria agricultura.
Con ello, para maximizar la producción y reducir costos, se crearon los fertilizantes artificiales como un modo de devolver a la tierra su vivacidad y nutrientes, que suelen perderse luego de una incesante siembra de la tierra. Aunque milenariamente residuos orgánicos han servido para hacer fertilizantes naturales como el estiércol de decenas de especies y residuos vegetales o animales, estos tienen un inconveniente para el paradigma de la época en la que vivimos: sus efectos son de lenta absorción y, por lo tanto, la inmediatez no es un atributo notable en ellos.
Por su parte los fertilizantes artificiales, que son hechos a base de procesos industriales con químicos como el ácido nítrico, el ácido sulfúrico y el amoníaco liberan nutrientes en el suelo como el nitrógeno, el fósforo y el potasio. Los fertilizantes artificiales (muchos de ellos contienen insecticidas y herbicidas), a diferencia de los naturales, son absorbidos inmediatamente por el suelo, lo que hace que los cultivos puedan acelerarse.
Sin embargo, el hecho de que los fertilizantes inorgánicos sean absorbidos tan rápidamente por el suelo tiene también sus costos negativos. Entre sus efectos nocivos están la contaminación del agua circundante y subterránea, un aumento de las sales tóxicas del suelo cuando son aplicados en grandes cantidades, y su peor riesgo es a largo plazo: degradan la vida del suelo y matan a microorganismos útiles para la nutrición de las plantas. Es decir, con el tiempo no sólo no se nutre realmente la tierra, sino que se le vuelve obsoleta rápidamente.
Enlistamos algunas de las ventajas de usar los fertilizantes orgánicos, que puedes hacer tú mismo a partir de sencillas compostas. Por ejemplo:
- Hay de muchísimos tipos. Los abonos de estiércol pueden ser de vaca, oveja, ave y caballo. También hay composta o abonos verdes.
- Hay menos peligro de sobrefertilización si se agrega material orgánico descompuesto a un jardín.
- El proceso de absorción de un fertilizante inorgánico es el siguiente: los mismos microorganismos de la tierra son los que degradan el fertilizante hasta formar compuestos solubles en agua (es decir, no contaminantes), que son los que las plantas aprovechan.
- Los fertilizantes orgánicos aumentan la acción de los hongos y bacterias que benefician al suelo.
- Hacen que los hongos responsables de que las plantas aprovechen los nutrientes se multipliquen significativamente.
- La materia orgánica crea un ambiente que facilita el desarrollo de organismos como las lombrices.
- Los abonos orgánicos son muy ricos en micronutrientes, ademas de poseer macronutrientes.
- Los fertilizantes orgánicos mejoran la estructura del suelo enormemente.
- El uso de fertilizantes orgánicos ayuda a retener los nutrientes del suelo.
- Permiten aprovechar residuos orgánicos.
- Permiten la fijación de carbono en el suelo y mejoran la capacidad de absorber agua.
- Suelen necesitar menos energía para su elaboración.
- Mantienen la humedad necesaria en el suelo para cada tipo de plantaciones.
Los fertilizantes orgánicos preparan tu tierra para una larga vida. Crean las condiciones necesarias para que el suelo sane: como un micromundo donde crece una regeneración sólida y a largo plazo. No existe comparación con la vida que inyectarás al suelo a futuro usando fertilizantes orgánicos, en comparación con los fertilizantes artificiales (aparentemente cómodos).